

Encantada de conocerte, soy Sandra Alegre.
Y soy diseñadora gráfica por amor.
Mi misión es ayudarte a tener una marca que sea tan increíble como tú.
Mi misión es ayudarte a tener una marca
que sea tan increíble como tú.

¿Diseñadora por amor?
Pues sí, como lo lees.
Todo empezó en la universidad. Yo estaba tan feliz estudiando ADE, cuando el branding se cruzó en mi vida por casualidad gracias a una asignatura de marketing. Y desde entonces, el diseño se convirtió en una parte más de mi vida.
Empecé a hacer cursos, a leer muchísimos libros (incontables), a diseñar por diversión, y me ilusioné con la idea de tener mi propio pequeño estudio de branding, incluso mientras pasaba los días en mi trabajo de oficina.
Pero el diseño no fue la única cosa que se cruzó en mi camino.
El amor me ha llevado hasta Japón, y sin duda supe que el destino me estaba gritando que era el momento de abrir por fin el estudio de branding que siempre había soñado.

¿Diseñadora por amor?
Pues sí, como lo lees.
Todo empezó en la universidad. Yo estaba tan feliz estudiando Administración y Dirección de Empresas, cuando el branding se cruzó en mi vida por casualidad gracias a una asignatura de marketing. Y desde entonces, el diseño se convirtió en una parte más de mi vida.
Empecé a hacer cursos, a leer muchísimos libros (incontables), a diseñar por diversión, y me ilusioné con la idea de tener mi propio pequeño estudio de branding, incluso mientras pasaba los días en mi trabajo de oficina.
Pero el diseño no fue la única cosa que se cruzó en mi camino.
El amor me ha llevado hasta Japón, y sin duda supe que el destino me estaba gritando que era el momento de abrir por fin el estudio de branding que siempre había soñado.
Pero ojo, que no todo fue tan fácil…
Al meterme de lleno en el mundo del emprendimiento, empezaron los miedos y síndromes varios: síndrome del impostor, síndrome de Peter Pan, perfeccionismo, procrastinación, miedo al éxito…
Me metí una infoxificación del copón, hasta el punto de que no podía dar un paso sin revisar otras 800 webs para asegurarme que lo estaba haciendo bien. Rehice mi web y mi idea de proyecto 3 veces, todo por el miedo a lanzar y que llegara alguien que me dijera: «¿Qué leches estás haciendo?, no tienes ni idea de nada.»
Tuve que parar, porque no me reconocía.
Yo siempre había sido echá p’alante y poco común.
Pero a la 3a vez que reculé con un proyecto me dije a mi misma: «Esto es lo que llevas tiempo soñando, es tu pasión, ¿en serio vas a retirarte incluso antes de intentarlo?»
No fue fácil, pero con con todo el cariño del mundo, cogí mis miedos, los eché por la borda, y decidí hacer una web en la que mi personalidad se pudiera palpar por todas partes, fotos haciendo el tonto incluidas.
Y he descubierto que siendo yo misma, dejando mi personalidad brillar, he conseguido diseñar mucho más que una imagen marca bonita. Ahora tengo una marca con la que mi público se siente identificada, con la que me diferencio del resto.
Porque al fin y al cabo, ¿qué mejor para ser única que ser yo misma?
No quise dejar que los miedos pudieran conmigo
Pero ojo, que no todo fue tan fácil…
Al meterme de lleno en el mundo del emprendimiento, empezaron los miedos y síndromes varios: síndrome del impostor, síndrome de Peter Pan, perfeccionismo, procrastinación, miedo al éxito…
Me metí una infoxificación del copón, hasta el punto de que no podía dar un paso sin revisar otras 800 webs para asegurarme que lo estaba haciendo bien. Rehice mi web y mi idea de proyecto 3 veces, todo por el miedo a lanzar y que llegara alguien que me dijera: «¿Qué leches estás haciendo?, no tienes ni idea de nada.»
Tuve que parar, porque no me reconocía.
Yo siempre había sido echá p’alante y poco común.
No quise dejar que los miedos pudieran conmigo
Pero a la 3a vez que reculé con un proyecto me dije a mi misma: «Esto es lo que llevas tiempo soñando, es tu pasión, ¿en serio vas a retirarte incluso antes de intentarlo?»
No fue fácil, pero con con todo el cariño del mundo, cogí mis miedos, los eché por la borda, y decidí hacer una web en la que mi personalidad se pudiera palpar por todas partes, fotos haciendo el tonto incluidas.
Y he descubierto que siendo yo misma, dejando mi personalidad brillar, he conseguido diseñar mucho más que una imagen marca bonita. Ahora tengo una marca con la que mi público se siente identificada, con la que me diferencio del resto.
Porque al fin y al cabo, ¿qué mejor para ser única que ser yo misma?
Y aquí estoy, cumpliendo mi sueño, diseñando por amor en un estudio donde puedo ayudar a otros negocios a transmitir todo aquello que los hace únicos a través de su marca, para que lleguen donde se propongan o incluso más lejos.



Cosas que quiero que sepas de mí (para que luego no te lleves el susto)
2 Me encantan los animales, de hecho, la gente me mira raro por que a veces saludo a los perros.
3 Cocino una pasta de rechupete, mi padre dice que soy la mejor cocinera de pasta del mundo.
4 El 80% del tiempo estoy oyendo música, bueno, tal vez el 90%.
5 Me encanta cantar, pero eso no significa que lo haga bien.
6 Nunca he visto Mary Poppins.
7 Me encanta viajar, y he tenido el placer de vivir en España, Alemania y ahora en Japón.
8 Creo que mi sentido del ridículo está estropeado.
9 Soy adicta a la papelería bonita, especialmente a los post-it y las pegatinas.
¿Lista para comerte el
mundo con tu imagen?
Te regalo una sesión conmigo para hablar
sobre cómo podemos mejorar tu branding